Chivas ha sido objeto de críticas constantes por su desempeño en el mercado de fichajes, especialmente en lo que respecta a las inversiones realizadas en los últimos años. A pesar de las grandes sumas de dinero desembolsadas, los resultados no han sido los esperados, lo que ha generado descontento entre la afición y los analistas del fútbol.
Recientemente, se ha revelado que Amaury Vergara, presidente del club, ha invertido un total de 160 millones de pesos en dos jugadores que, lamentablemente, no han logrado dejar huella en el equipo.
Estos futbolistas son Fidel Barajas y Daniel Ríos, quienes fueron fichados por 4 millones de dólares cada uno, lo que equivale a aproximadamente 80 millones de pesos por jugador.
La situación de Barajas es particularmente preocupante, ya que solo participó en 86 minutos durante su primer torneo con el equipo. Ante la falta de oportunidades y la escasa contribución al rendimiento del plantel, la directiva tomó la decisión de cederlo a préstamo a la MLS, donde se espera que tenga más minutos y regrese con un nivel competitivo.
Por otro lado, Ríos tuvo una breve etapa en Chivas, anotando únicamente un gol en su tiempo con el club. Esto lo llevó a ser considerado prescindible, y su futuro también se ha definido con un préstamo a los Vancouver Whitecaps en la MLS, donde buscará recuperar su mejor forma y demostrar su valía.
La gestión de los fichajes en Chivas ha sido cuestionada, especialmente desde la llegada de Fernando Hierro al proyecto deportivo. A pesar de los esfuerzos por mejorar la plantilla, las decisiones tomadas en cuanto a la elección de refuerzos han resultado en fracasos que han costado caro al club. La afición exige un análisis profundo de las estrategias de fichajes, así como una mayor transparencia en el proceso de selección de jugadores.
A lo largo de casi tres años de gestión española en el club, se han realizado otras contrataciones como las de Víctor Guzmán, Erick Gutiérrez y Bruce El-Mesmari, pero la efectividad de estas incorporaciones también ha sido objeto de debate. La presión sobre la directiva aumenta, y los aficionados esperan que se tomen decisiones más acertadas en el futuro cercano.
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